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Así se diseñan buenos productos

Publicado por LCI Education - 26 de enero de 2017


 

El diseño de producto es menos subjetivo que otras áreas del diseño. Las decisiones en este campo deben estar justificadas por la utilidad y la optimización de materiales. Esta objetividad relativa hace que el diseño de producto requiera unos procesos diferentes de generación y validación de ideas.

A Ernest Perera, profesor de diseño de producto de la escuela LCI Barcelona, considera sublime el diseño de la silla nº14 de Thonet (1859). «Demuestra cómo gracias a una visión completa del diseño y las nuevas tecnologías se consigue un producto totalmente novedoso. Una silla construida con las mínimas piezas (6 piezas) para una fácil producción, desmontable para su fácil transporte y comercialización (¡en un metro cúbico cabían 36!) y transparencia formal que la permite integrarse en cualquier espacio».

También alaba el diseño del Hippo Roller (1997), un bidón de agua que se puede transportar rodando gracias a un asa, «un proyecto con una clara intención para mejorar la calidad de vida de la gente más desfavorecida».

Un tercer ejemplo de diseño que le gusta es el de la Node Chair (IDEO) (2010), porque partió de un proceso de design thinking que reflexionó sobre las cosas que pasaban en los colegios hacía 50 años y ahora. «demuestra que analizar un proyecto desde muchos puntos de vista distintos permite llegar a soluciones mucho más reales.».

Para llegar a productos como estos, hacen falta equipos, formación y metodología de trabajo. El profesor Perera habla sobre la importancia de la transversalidad en el proceso de diseño de un producto.




En el ámbito del diseño hay un gran componente de subjetividad. ¿Cómo llevan los diseñadores de producto tener que someter su idea al juicio de un superior? 

En el ámbito del diseño de producto no creo que haya tanta subjetividad como en otros campos más artísticos. Un buen diseñador tiene que ser consciente de por qué escoge cada una de las opciones para solucionar el encargo: cuál es el mejor material, funcionamiento y incluso la forma. Si esto está claro es más fácil defenderlo delante el «superior» (que, aunque es quien paga, le necesita para seguir generando productos competitivos).

Entonces, ¿los diseñadores que se enfocan en diseñar productos tienen menos ambición artística que los que lo hacen en otras ramas como la publicidad?

Creo que la ambición artística en el diseño de producto es igual que en todas las otras especialidades. Desde una ambición estética (podríamos recordar el libro de Raymond Loewy Lo feo no vende) hasta una ambición experimental: comunicar a través del diseño nuevos valores para la sociedad futura, cambiarla y mejorarla.




¿Hay escalones jerárquicos tan marcados como en otras áreas del diseño?

No creo mucho en los escalones, son unas conveniencias que a veces incluso parecen clasistas. Podríamos decir que hay un orden o metodología en cada proyecto. Para mí todos los actores que participan en un proyecto son importantes y han de responder con la misma profesionalidad. Desde el cliente que hace el encargo (que muchas veces no tiene claro lo que quiere) hasta el delineante, que tiene que saber comunicar con dibujos el diseño final al productor. Podríamos decir que el papel del diseñador es de director de orquesta: ha de entender y conocer a cada uno de los otros instrumentistas y poner la melodía adecuada para cada pieza.

¿Crees que es un enfoque apropiado el de incluir al cliente en el proceso?

Si, y cada vez más. Un producto no termina cuando se saca al mercado. Allí vuelve a empezar, es donde se conoce la respuesta de la gente. De esta dependerá la evolución del diseño. Un ejemplo muy claro es el crowdfunding, donde no solo el comprador pasa a ser inversor del proyecto, sino que ayuda a mejorarlo antes de que salga al mercado.




¿Qué ventajas tiene la apuesta por equipos transversales en los que todos pueden aportar a una idea? ¿Y por equipos multidisciplinares en los que hay especialistas en distintas áreas?

Tener una visión poliédrica en un proyecto permite mejorarlo en aspectos que a veces una sola mirada no puede conseguir. La cocreación es una realidad y la grandes empresas se ayudan de esta para ser más competitivas. Lo importante es saber canalizar todas estas visiones en un resultado óptimo. El diseñador, por su manera de funcionar, es el profesional idóneo para esta función.

¿Qué competencias transversales, aparte de las propias de su actividad, crees que deben tener las personas que se dedican al diseño de producto?

Hay muchas competencias que deben tener. Saber hacerse las preguntas correctas y tener la capacidad de resolverlas es una muy importante. También saber aplicar los conocimientos técnicos de los materiales y sistemas de producción para generación de formas y conceptos correctos. Creemos que conocer las diferentes metodologías para la generación de ideas y saberlas aplicar es una característica singular del diseñador de producto.

Dado que las profesiones relacionadas con diseño han cambiado tanto en los últimos años, y que es previsible que sigan haciéndolo, ¿hacia dónde auguras que deberían orientarse los futuros diseñadores de producto?

En LCI Barcelona hemos estamos convencidos de que habrá un gran auge de los productos tecnológicos en todas las áreas, cada vez más estamos rodeados de electrodomésticos inteligentes, wearables, coches sin conductor, etc. Saber humanizarlos y que ayuden a mejorar la vida de las personas, es en gran parte, tarea del diseñador de producto.

LCI Barcelona ha presentado el Máster Oficial en Diseño de Producto Tecnológico a al vez que el Máster Oficial en Creación y Desarrollo de Proyectos Digitales y el Máster en Diseño de Interiores Experiencial (titulación propia).