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La tecnología y las redes sociales nos hacen vivir en situaciones paralelas, a veces muy alejadas de la realidad. Vivimos en una fantasía adictiva y perpetua, en una realidad basada en la foto que posteamos en redes sociales luego de haber sido retocada o en cuantos “me gusta” tenemos en nuestro muro. Este concepto de la tecnología como distorsión de la realidad ha sido desarrollado en diferentes producciones audiovisuales que nos han servido como inspiración. Her, la película utópica de Spike Jonze, muestra la historia de amor entre el protagonista y la voz de su sistema operativo. Black Mirror, serie de televisión de propuesta distópica, gira en torno a cómo afecta la tecnología a nuestras vidas, sacando en ocasiones lo peor de nosotros; ejemplos poco recientes como Matrix, en la que el mundo está dominado por las máquinas y las inteligencias artificiales, y más actuales como la película Nerve, en la que los protagonistas participan en un videojuego real, también lo aprovechan. Pero no solo hay ejemplos de ficción, hace pocos meses la estrella de Instagram autraliana Essena O’Neill viralizó su historia al decidir que abandonaría esa red social porque lo que mostraba allí “no es la vida real”.

Otros créditos

Elisa Minguela G., Mauranne Nicolas, Ana Virginia Rangel.